martes, 11 de abril de 2017

Acerca de Truman Capote



El asesinato de toda una familia normalmente sería titular en cualquier diario pero el de los Clutter no fue así, al menos no en los más importantes diarios estadounidenses, aun teniendo en cuenta la brutalidad del crimen: los cuatro miembros de esa familia (un agricultor, su esposa, y sus dos hijos) habían sido atados y acribillados en su propia casa aparentemente sin razón alguna. Quizá los grandes medios no le dieron mayor cobertura por no haber ocurrido en una gran ciudad sino en Holcomb, un pueblo del estado de Kansas de alrededor de 2000 habitantes. En “The New York Times”, por ejemplo, la mañana del 16 de noviembre de 1959, aquella noticia apareció reseñada en una pequeña columna en la página 39; reseña que seguramente pasó desapercibida para la gran mayoría de sus lectores.
Pero no para el escritor Truman Capote, quien no sólo le prestó la debida atención sino que presintió además que era una noticia que valía la pena investigar más a fondo. Convenció a sus jefes de “The New Yorker” que lo enviaran al lugar de los hechos con la promesa de escribir un buen artículo sobre los efectos de una tragedia de esa magnitud en una comunidad tan reducida. Pero luego de entrevistar a vecinos y amigos de la familia, a las autoridades e investigadores, y en especial a los dos asesinos (quienes fueron capturados pocas semanas después de sucedido el crimen) entendió que todos los elementos que tenía ante sí no podrían caber en un artículo de unas cuantas páginas; su destino no podía ser otro que el de un reportaje con la extensión de una novela, y que como tal debía escribirse respetando los datos reales de aquel pero con las técnicas narrativos de esta. Supo Capote que tenía la gran oportunidad de crear algo revolucionario, y esto fue “A Sangre Fría”: la primera (y si no la primera, sí la fundacional) de su género, el de la novela de “no ficción”, la cual lo elevó de autor consagrado, por otras obras como “Desayuno en Tiffany’s”, al Olimpo de los más grandes escritores de todos los tiempos.
Más de seis años le tomó a Capote culminar la novela, el mismo tiempo que duró la resolución del caso el que siguió de inicio a fin.
Hay dos películas, curiosamente producidas casi al mismo tiempo, que cuentan esta etapa de su vida: “Capote”, del 2005, e “Infamous”, del 2006. Con argumentos parecidos y actuaciones parejas en los personajes secundarios, que son más o menos los mismos en ambas producciones, el mayor punto de comparación (para mí que no soy crítico de cine) es la representación de Capote quien es interpretado por Philip Seymour Hoffman en la primera película y por Toby Jones en la segunda. Ambos lo hacen bien imitando los amaneramientos de Capote y su voz tan particular, pero mientras que la actuación de Hoffman es más controlada y sobria, Jones en cambio es más extravagante mostrando a un Capote mucho más afeminado. Si bien para los conocedores es la interpretación de Jones la que más se parece al escritor, fue la de Hoffman la que gustó más a los miembros de la Academia otorgándole el Oscar a mejor actor por ese rol. Yo personalmente prefiero “Capote” por su tono más serio aunque reconozco que tiene un ritmo más lento que “Infamous” la que, justamente por la actuación de Jones, puede ser más entretenida o fácil de ver.
Cabe recalcar que ninguna de esas películas son biografías completas del escritor, sino que se ciñen al periodo de escritura de “A Sangre Fría”, desde su gestación hasta su publicación. Así que seremos testigos de la gloria alcanzada por su autor pero, a su vez, de señales de lo que le depararía después de pasados los créditos de ambas películas. Y es que Capote ya no fue el mismo. Los largos seis años que le tomó escribir la novela hicieron mella en su cuerpo y espíritu, principalmente por la angustia de no poder terminarla sino hasta después de la sentencia final de los asesinos, la que parecía postergarse indefinidamente. Angustia que lo llevó a aumentar de a pocos su consumo de alcohol y otras sustancias hasta llegar al abuso, afectando lo que sería su producción literaria a futuro. La genialidad se le fue apagando y sólo chispazos de ésta le permitieron escribir algunos buenos relatos y otros textos cortos entre los que yo mencionaría algunas de sus cartas (reunidas en la colección “Un Placer Fugaz”), en especial aquellas en las que le da consejos de escritura al hijo del policía (Capote se hizo amigo de toda la familia) que tuvo a su cargo la investigación de los asesinatos de Holcomb (siendo el consejo que más recuerdo y trato de aplicar el de no caer en la tentación de usar palabras “difíciles” o rebuscadas como si eso fuera sinónimo de buena literatura). Mucho menos tuvo genialidad para acabar “Plegarias Atendidas”, novela que sería una mordaz crítica a la alta sociedad de la que él era parte, pero sí le alcanzó para escribir al menos los primeros capítulos los que publicó en una revista y en donde reveló lo suficiente para que ese sector se sintiera expuesto por él, exiliándolo de inmediato y para siempre. (Así que ten en cuenta que si ves una copia de ese libro en alguna librería, lo que tienes ante ti es un texto inacabado.) Y fue así medio abandonado que Capote moriría en 1984, a un mes de cumplir 60 años.
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lunes, 3 de abril de 2017

Acerca de “Office Space”



Office Space no es de esas comedias que te provocan carcajadas pero no por ello es menos cómica. Su humor no está dirigido a quienes les gustan los pastelazos en la cara (no los hay) sino, y es algo que se puede deducir por su título, a quienes saben lo que es la vida en una oficina y se puedan identificar con varias de sus situaciones, normalmente tediosas pero representadas con gracia en la película. Y esto tal vez sea su mayor punto débil, porque no sé cómo la podría tomar alguien que nunca ha trabajado en un escritorio de lunes a viernes desde las 9 de la mañana hasta las 6 de la tarde rodeado de personas en la misma situación. Yo sé lo que es y por eso de inmediato pude solidarizarme y a la vez hacerme “cómplice” del empleado incómodo en la celebración de cumpleaños de algún compañero; del empleado cuyo jefe le pide el viernes a la hora de la salida que venga a trabajar el sábado; del empleado que finge estar haciendo algo productivo en su computadora cuando en verdad sólo está atento a la hora esperando a que pase el tiempo; del empleo que quiere renunciar pero no se atreve.

Pero la película va más allá de las oficinas de la compañía de desarrollo de software Initech, porque sino sería un episodio de casi dos horas de la serie “The Office”, lo cual es algo que uno podría esperar sabiendo que el director y guionista de la película y creador la serie (versión americana) es la misma persona, Mike Judge. Encontraremos el mismo humor “seco” (nada de “pastelazos” como dije al inicio) pero no el estilo “mockumentary” (falso documental) de la serie de televisión.
Es en una noche fuera de las oficinas de Initech que el protagonista, Peter Gibbons, asiste a una sesión de terapia grupal de motivación laboral. En un momento dado el terapeuta quiere que Peter, mediante una hipnosis, experimente por unos minutos lo que es vivir una vida sin los miedos que le impiden ser feliz, pero cuando quiere despertarlo del trance el terapeuta muere de un repentino paro cardíaco. Todos los asistentes se alarman salvo Peter. Él ya es otro con sus temores en modo “off” y ya no tiene tiempo para preocuparse sino para hacer lo que le venga en gana, y esto cambiará tanto su vida como la de quienes lo rodean.
En este contexto de cubículos, engrapadoras y fotocopiadoras que no dejan de atascarse, el antagonista no podía ser otro que el jefe de Initech, Bill Lumberg, quien de “villano” no tiene nada salvo el seguir la reglas del “sistema”: Nunca aparece enojado o dando órdenes a gritos, simplemente es quien está al mando y todos saben que tienen que obedecerlo, a menos que se sea un “antisistema” como lo es Peter Gibbons. Uno podría pensar que sin exabruptos ni con una personalidad explosiva, Bill Lumberg sería un personaje aburrido, pero hay algo en su forma de ser, en su manera de imponerse sobre sus empleados que lo hace el personaje más memorable de todos.
Aunque algunos podrían decir que el personaje más memorable es Milton por ser tan extraño y misterioso como entrañable: Nunca se explica su razón de ser en Initech… Bueno, definitivamente se merece al menos una mención honrosa por ser la pieza fundamental para darle en el final el broche de oro a esta muy buena película.
Ahora entiendo esta referencia en Family Guy:



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