Cuando pienso en Al Pacino pienso en Tony Montana (“Caracortada”), en Michael Corleone (“El Padrino”), en el teniente Hanna (“Heat”). O sea, en personajes con poder, personajes al mando, temidos y respetados. Y es lo que me esperaba encontrar en “Donnie Brasco” pero no fue así. Me encontré con un personaje que, aunque de temer por ser de la mafia, no es más que un subordinado de bajo nivel. Al comienzo fue casi una desilusión pero eventualmente se convirtió en una sorpresa grata porque descubrí algo nuevo en el rango actoral de Al Pacino y que me confirmó lo completo que es como actor. Lefty, su personaje, bien puede ser un peligro para la sociedad pero sabe que lejos de los mandos de la banda a la que pertenece es prescindible, y que el despido en su caso es igual a la muerte; algo que puede pasarle en cualquier momento por lo impredecible que puede ser la mafia. Así que por supuesto vive con temor, el cual se mezcla con la frustración de que su experiencia adicional, es por mucho el de mayor edad entre sus colegas del mismo rango, es continuamente ignorada por sus superiores. Aún así es leal, sigue y cumple las reglas, es como funcionan las cosas y él se resigna a ello. Tal vez lo aceptaría con estoicismo de ser un tipo solitario pero ese no es su caso, porque Lefty es un amado hombre de familia que se preocupa y está al tanto por ella. De esta forma es el personaje más débil o carente de poder que le recuerde a Al Pacino, y esta debilidad o estado de inferioridad de parte de Lefty puede llegar a ser tan palpable que por momentos siento verdadera pena por él.
Y es justamente Donnie Brasco, interpretado por Johnny Deep, su punto de apoyo moral dentro de este submundo, con quien Lefty desahoga todos sus pensamientos y anhelos. Y esto es mérito de Donnie Brasco: el novato (agente encubierto) de la banda que es acogido por Lefty como su protegido. Por esta razón es la única persona sobre la que tiene algo de mando pero esto es sólo al comienzo, porque así como con el tiempo Donnie se va ganando la confianza de Lefty, Lefty a su vez se va ganando el respeto y afecto de Donnie quien no es de hielo tampoco: sufre a su modo por la naturaleza misma de su trabajo que afecta principalmente a su familia a la que forzosamente tiene medio abandonada y desinformada. Mientras las brechas emocionales y de jerarquía entre mentor y protegido van desapareciendo al punto que los superiores del FBI de Donnie, inicialmente más que contentos por toda la información recabada, empiezan a preocuparse por él y por su compromiso con la ley. Es en medio de todas estas dificultades y circunstancias por ambos lados que Lefty y Donnie llegan a sentir que solo entre ellos pueden cuidarse las espaldas, estableciéndose un fuerte lazo de preocupación del uno por el otro.
Eso que le dicen química entre actores existe y de sobra entre Johnny Deep y Al Pacino y gracias a ello la relación entre Donnie Brasco y Lefty se siente real. Esta relación es para mí lo mejor de la película, lo que es mucho decir porque el resto es simplemente cautivante: una historia policial (basada en hechos reales) llena de intrigas, la tensión de que en cualquier momento se descubra la verdadera identidad de Donnie, la violencia de la que es capaz una organización como la mafia… Uno podría dar por asegurado todo esto con sólo leer previamente una sinopsis, pero cuántas veces potenciales como este han sido desperdiciados por falta de talento de los realizadores. Afortunadamente en este caso no hay desperdicio: una buena mano en la dirección y en el guión hacen realidad que “Donnie Brasco” sea imprescindible para cualquiera aficionado al cine.
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