Sin necesidad de ser un experto detective, como Sherlock Holmes justamente, uno ya se puede ir dando cuenta de lo que contiene esta edición (a cargo de Leslie S. Kingler) con solo leer el título, el cual lleva su nombre más el adjetivo “anotado”. Sí, contiene todo lo que su creador, sir Arthur Conan Doyle, ha escrito sobre él (en el género de narrativa): las 61 historias, 4 novelas y 57 relatos, repartidas en 3 tomos de tapa dura que a su vez llevan los títulos de “Las Novelas”, “Relatos I” y “Relatos II”; más, por supuesto, anotaciones, infinidad de ellas y por todos lados, y que están adecuadamente bien desplegadas en los márgenes laterales para su fácil acceso y lectura. Menos obvio es que también contiene todos y cada uno de las ilustraciones de Sidney Paget que acompañaron a las primeras publicaciones de estas historias en la Strand Magazine allá en Londrés a finales del siglo XIX y a lo largo de las primeras décadas del siglo XX. Estas ilustraciones para mí son parte fundamental de este universo en especial porque lo primero que leí de Sherlock Holmes (tenía 12 años entonces) venía con esas imágenes (era un pequeño libro de tapa blanca de una colección que tal vez recuerdes: “Biblioteca de Aventura y Misterio”); lamentablemente pocas colecciones o antologías en la actualidad las incluyen. Ni esas ni de cualquier otro tipo o por otros ilustradores pero que en estos 3 tomos también lo están (como las que acompañaron a las primeras ediciones en Alemania o Estados Unidos) y que cumplen siempre la misma función de representar varias de las situaciones que se narran. Por el lado de las anotaciones estas también tienen su buena dosis gráfica: mapas, diagramas, portadas de libros, y fotografías de la inglaterra victoriana, lo que en su conjunto contribuyen a las anotaciones a cumplir su principal función que es la de contextualizar el mundo y época de Sherlock Holmes.
Y también están algunos artículos al final de ciertos relatos (a modo de complemento directo), así como fragmentos de análisis sacados de otros libros o provenientes de otros autores. Hasta cierto punto con solo ver lo voluminoso de cada tomo (que en su conjunto suman miles de páginas) uno puede esperar que haya de todo, hasta lo inimaginable. Para mí lo inimaginable fue lo incisivo que podían ser varios de los analistas. Se dice que a veces se critica lo que más se ama y acá hay muchos buenos ejemplos de ello porque es obvio que cada uno de los autores contribuyentes en estos análisis aman tanto el universo sherlockiano que lo han estudiado hasta el último detalle y por ello son capaces de identificar imprecisiones, y criticar por ello, a veces con dureza, las acciones del detective, tachando de ilógicas algunas de sus deducciones o poniendo en duda su capacidad moral en la forma de afrontar algunos de sus casos (como aquellos en los que se comete un crimen por una “buena causa” o en los que Holmes parece más interesado en demostrar cuán inteligente es sin importarle poner en peligro la seguridad de otros).
No estaba preparado para esto y es algo que me genera sentimientos encontrados. Porque si bien estas apreciaciones son más que interesantes y esclarecedoras, al final lo que sucede es que se desmitifica al personaje, aunque no al punto de degradarlo sino de mostrarlo más real que legendario. En parte esto es coherente con el enfoque común asumido por estos analistas quienes estudian a Sherlock Holmes como si se tratase de alguien de carne y hueso y no como un “simple” personaje literario, esforzándose en tal sentido de incluso querer otorgarle una ficha biográfica con lugares y fechas exactas, calculando datos cuando las historias en ese aspecto son imprecisas o ambiguas; historias que por supuesto, en este enfoque, sí han sido escritas por el doctor Watson y en donde Sir Arthur Conan Doyle solo cumplió el rol de editor. Pero en fin, que tanto “realismo” termina afectando la imagen que, proveniente de mi adolescencia, tenía de el detective de Baker Street, la de alguien inteligentísimo e infalible, cuyas deducciones me parecían tan perfectas que jamás se me habría ocurrido cuestionarlas. Esa imagen se me desdibuja un poco, pero que no quede duda que lo sigo queriendo y admirando pero ahora más como lo que creo que verdaderamente representa (aunque no sé si esta haya sido la intención de su creador), como abanderado de un medio para satisfacer ansias de aventura desde la comodidad de cualquier sillón, ansias dispuestas a pasar por alto una que otra inexactitud.
En conclusión, asumiendo por un momento que está al alcance de todos, “Sherlock Holmes Anotado” no es recomendable para quienes no hayan leído nada este personaje y quieran dar sus primeros pasos dentro de su universo; para ellos lo mejor es (y estaría más a la mano) cualquier antología. Pienso que los editores al preparar esta colección, el público que tenían en mente es aquel que ya haya pasado por todas sus historias, cortas y largas, y quiera darle una relectura que no se quede en lo nostálgico sino que le aporte más, y que tenga la suficiente mente abierta para plantearse nuevos puntos de vista que tal vez trastoquen algunos recuerdos de juventud.
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