Con un título como “El Motel del Voyeur”, título que prácticamente te lo dice todo acerca de la obra, no te sorprenderá, ni a ti ni a quien me conoce bien, cuando digo que el libro me gustó; como si el tema de los fetiches sólo me concerniera a mí o a un grupo determinado y no al público adulto en general. Pero yo pregunto: ¿a quién no podría gustarle saber sobre las experiencias de un voyeur? Salvo conservadores, me sorprendería que alguien no tuviera, sino el gusto, el interés o al menos la curiosidad de leer aunque sea los primeros capítulos (gratuitos en la tienda digital de Google) de un libro como éste.
En esos primeros capítulos te encontrarás con el voyeur, su motel (el cual compró principalmente para espiar a sus huéspedes), y las primeras páginas de su diario donde anotaba absolutamente todo lo que veía. Todo esto podría ser suficiente gancho para que alguien, una vez llegado al final de los capítulos de muestra gratuitos, se anime a desembolsar 10 dólares y adquirir el libro digital completo (de casi 180 páginas), precio que es por lo menos la mitad de lo que cuesta su versión física en librerías.
Pero para mí, el verdadero gancho es cómo se cuenta esta historia. Historia que no es ficticia sino real, y como tal, en las manos de Gay Talese, uno de los maestros del periodismo, se convierte en un magnífico reportaje.
Lo que pudo haberse convertido en puro sensacionalismo sexual en las manos de un autor sin talento o de uno más preocupado en las ventas que en el buen gusto, en las de Talese se transforma en arte periodístico mediante una bien calculada exposición de testimonios, incluyendo el suyo propio gracias a su relación de varias décadas con el voyeur, quien, con ganas de contar su historia pero sabiéndose sin el talento necesario, se contactó con él, Gay Talese, a inicio de los 80 motivado por su más reciente obra de aquella época, “La Mujer de tu Prójimo”, un reportaje sobre las costumbres sexuales de los estadounidenses.
Pero el autor no aparece mucho y no me refiero a él como personaje sino a su prosa, y es algo que lamento. Es tal vez mi única crítica por así decirlo, aunque no se trata de algo fortuito sino planeado, haciéndolo comprensible: el autor decidió transcribir directamente muchas de las páginas del diario del voyeur en detrimento de su “voz” para darle más peso al realismo del reportaje.
Definitivamente es un libro altamente recomendable, aunque debo hacerte una advertencia a la inversa. A la inversa porque lo normal sería advertirte que este libro tiene pasajes sexualmente explícitos, lo que es muy cierto, pero, y he aquí la verdadera advertencia, si esperas, deseándolo, encontrar sólo o en su mayoría aquello, te equivocas: hay mucho análisis y reflexión tanto de parte del autor como del voyeur, en especial de éste último cuyo diario por varios momentos y páginas más que un recuento fetichista es un catálogo del comportamiento humano en general.
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