Las cosas no le están saliendo bien a Mitch en su cita con Blanche y no todo es necesariamente por su culpa. En lo que va de la noche, Blanche ha parecido estar distraída la mayor parte del tiempo y sólo se ha alegrado las veces que ha querido esquivar algún tema o pregunta, como cuando Mitch le pidió permiso para darle un beso. Ella le respondió sin decirle que sí o que no, y él, respetuoso y paciente como siempre, no insistió. Pero luego, mientras a modo de juego la alzaba en brazos para adivinar su peso, ya no pudo contenerse más y entonces trató besarla a la fuerza. Blanche se resistió y empezaron a forcejear. Sólo haciéndole recordar lo caballero que le había parecido desde que se conocieron (un par de semanas atrás), Blanche logró que Mitch la soltara. Por eso ahora los dos están incómodos y algo alejados el uno del otro en ese muelle donde transcurre su cita. Poco a poco vuelven conversar. Dudando, Mitch se le acerca y le pregunta cuántos años tiene (ella parece de treinta y tantos, y él de cuarenta por lo menos). Blanche no entiende, cree que esa pregunta está fuera de lugar. Mitch le explica que más que suya esa duda es de su madre: una mujer enferma que lo único que desea antes de morir es ver a su hijo bien establecido. Blanche siente y comprende la tristeza con la que Mitch habla. Le dice que sabe lo que es perder a un ser querido: su esposo con quien se había casado a los 16 años, y le confiesa “yo lo maté”. Mitch no dice nada y simplemente deja que ella siga contando su historia. Blanche trata de explicar algo que ni siquiera ella entiende: ¿por qué le gustaba tanto aquel hombre?, ¿cómo había sido posible que llegara a amarlo? Si en realidad no se trataba más que de una persona débil, cobarde y mediocre, alguien que lloraba en las noches al no saber qué hacer con su vida. Lo amaba, sí, pero, contradictoriamente, y en secreto, lo detestaba también. Hasta que llegó el día que ya no pudo ocultar más ese secreto, y en un baile se lo dijo: “te desprecio”, y lo hizo de tal forma que no dejó dudas. Él salió corriendo. Minutos después todos en ese baile, incluido ella, escucharon un disparo. Su esposo se había suicidado. Blanche deja de recordar y queda en silencio, sollozando. De inmediato Mitch la abraza y le dice que ambos se necesitan el uno al otro y finalmente se besan.
Termina la escena y empieza la siguiente con Mitch y Stanley peleando en una fábrica, pero yo me distraigo: “¿en serio se mató sólo por eso?” pienso no creyéndole completamente a Blanche porque, uno: se me hace difícil imaginarme a alguien matándose por una razón así; dos: viéndola a ella es obvio que no está del todo bien de la cabeza. Supongo que tal vez más adelante en la película se revelaran más cosas y me concentró otra vez en “Un Tranvía Llamado Deseo”.
Cuarenta y cinco minutos después, Stanley llama desesperado a su esposa con el grito de “¡Stella! ¡Stella!”, y sale el mensaje “The End”. Sobre aquel suicidio no se dijo más pero yo quedo con la sospecha de que hay algo oculto al respecto. Busco en Wikipedia sabiendo sólo lo básico, que la película está basada en una obra de teatro escrita por Tennessee Williams, y encuentro la información que aclara mis dudas: en la obra original el esposo era homosexual, ese era su secreto, y Blanche, luego de descubrirlo, lo despreció por ello. La censura de la época (la película es de 1951) se había encargado de disfrazar ese tema y otros para la adaptación al cine.
No mucho después vi otra adaptación al cine de otra obra de Tennessee Williams, “La Gata Sobre El Tejado De Zinc” (1958), y me topé con esta escena: Maggie, la bella esposa del protagonista, vestida sólo con ropa interior, prácticamente le suplica a su esposo, Brick, que le haga el amor pero él actúa como si le tuviera asco, prefiere seguir bebiendo whisky y ella responsabiliza de esa crisis matrimonial a Skipper, un amigo fallecido de él. En ese momento no se dan más detalles y se plantea el misterio: ¿qué pasó con Skipper? El misterio se revela en la escena en la que el padre de Brick los confronta. Parece que él mismo tiene sus dudas e insinúa, basándose en algunos rumores, que la relación entre Brick y Skipper era extraña. Brick se defiende exclamando que Skipper y él eran grandes amigos y nada más. Maggie interviene y la conversación se va poniendo cada vez más tensa así como poco a poco se van descubriendo las circunstancias en las que ocurrió aquella muerte: además de que Skipper era su mejor amigo, Brick siempre lo había admirado y visto como a un héroe, por ello no soportó escucharlo un día por teléfono llorando y acobardado ante un problema. El espectador nunca se enterará en qué consistía ese problema porque Brick no quiso saberlo o, mejor dicho, no quiso escuchar la confirmación de su sospecha y de lo que se trataba todo aquello, que Skipper y su esposa Maggie habían tenido una aventura. Y colgó el teléfono negándole cualquier comunicación a su amigo. Skipper se suicidó y Brick le echó la culpa a su esposa (quien negaría cualquier acusación) tanto como a sí mismo, y ese era el sentimiento que lo perturbaba.
Ahora el que tenía sospechas era yo, en especial luego de saber algunos de los pormenores en la adaptación de “Un Tranvía Llamado Deseo”. Sentí que otra vez Hollywood, forzado por la censura de la época, me estaba ocultando algo. Y así fue. Lo que originalmente escribió Tennessee Williams fue que Skipper se había suicidado luego de ser rechazado sentimentalmente por Brick, a pesar de que éste no estaba del todo seguro de sus propios sentimientos y sexualidad.
De todas formas, ambas películas no dejan de ser unos clásicos del cine que al menos por curiosidad deberían ser vistos al menos una vez.
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