domingo, 24 de marzo de 2019

Acerca de “Los hombres que no amaban a las mujeres” de Stieg Larsson (y un poco de “La chica con el dragón tatuado”)



40 cuadras son las que camino a casa después del trabajo, porque prefiero eso a tener que lidiar con el tráfico de las 6 de la tarde y porque caminar es un buen ejercicio: el único que practico. Camino escuchando música a la vez que pienso en cosas mayormente sin importancia aunque siempre trato de que sean importantes; sucede que me distraigo facilmente pero cuando logro concentrarme algo interesante surge que de inmediato anoto en mi celular, recipiente de mis reflexiones y a su vez fuente de distracciones por las redes sociales, chats y esas cosas. Creo que lo llevaría en la mano más seguido si no fuera por los robos en las calles así que mejor es tenerlo en el bolsillo la mayor parte del tiempo y no llamar la atención.
El punto es que nunca había regresado a pie y leyendo un libro a la vez. Sucedió desde el día que al salir del trabajo no pude esperar más para saber qué pasaría en el primer encuentro entre Mikael Blomkvist y Lisbeth Salander. Nueve horas antes, antes de entrar a la oficina, lo había dejado a él tocando la puerta del departamento de ella. Luego de más de 300 páginas al fin se iban a ver las caras los dos personajes más importantes de "Los hombres que no amaban a las mujeres" (del escritor sueco Stieg Larsson) y la razón del encuentro era la posibilidad de que empezaran a trabajar juntos en la resolución del gran misterio de la novela: ¿Qué había pasado con Harriet?, una adolescente que había desaparecido 40 años atrás en medio de una reunión familiar, circunstancia que su tío, un magnate industrial, tal vez habría dejado en el pasado si no fuera porque tras la desaparición todos los años en su cumpleaños recibía por correo un regalo anónimo que tenía conexión directa con su sobrina. Sería el magnate quien contrataría al periodista Mikael Blomkvist para que investigara el misterio.
Fascinado por estas premisas establecidas en los primeros capítulos continué con mi lectura de las casi 700 abrumadoras páginas restantes, y enfatizo esa fascinación porque fue lo que me hizo sobrellevar una primera mitad que es bastante desigual en cuestión de mantenerme enganchado. Quiero creer que sus momentos menos emocionantes no se deben a una falta de pericia del autor y de que están ahí adrede: Mikael se muda al pueblo del magnate, donde sucedió la desaparición, y tiene un año de plazo para resolver el misterio o al menos arrojar alguna luz que lo aclare, pero es tan poco lo que consigue avanzar en los primeros 6 meses que su situación empieza a volverse frustrante, tanto para él como para el lector, y pienso que esta era la finalidad del autor, que ambos compartieran ese sentimiento.
Frustración que no se siente en la película “La chica con el dragón tatuado” (producción estadounidense y dirigida por David Fincher) en donde los acontecimientos suceden uno detrás de otro casi sin pausas resultando en una adaptación que se siente como un resumen visual de 2 horas y media. No lo digo como algo negativo, es la sensación que me dejó pero creo que esto se debe por verla inmediatamente luego de terminar con la novela, además de que es el fiel a la fuente original en un 80%, porcentaje alto que la hace un buen complemento, porque al menos en mi caso terminó de darle forma a todas las imágenes que me había hecho de los personajes, situaciones y lugares. Ahora cuando pienso en Mikael Blomkvist veo al actor Daniel Craig, y a la actriz Rooney Mara cuando recuerdo a tal vez la verdadera protagonista de esta historia, la enigmática Lisbeth Salander.
Y es ella, Lisbeth, la otra razón, aparte del misterio principal, para seguir leyendo la novela a pesar de la lentitud con la que Mikael va desenmarañando un caso con más de 40 años sin resolver, porque cuando no es él el centro de atención es ella de quien uno va aprendiendo y quien fascina incluso viviendo, durante la primera mitad, completamente ajena de la investigación que se va desarrollando al otro extremo de Suecia. Veintitantos años, anda en moto, usa tatuajes, piercings, peinados extravagantes y es el negro su color favorito, y todo esto más sus pocas ganas de socializar provocan desconfianza en quienes la rodean. Difícil que así alguien quiera tenerla como empleada pero resulta además que Lisbeth es una excelente hacker e investigadora y estas cualidades son la que le aseguran un puesto en la agencia de seguridad para la cual trabaja. Y quedará demostrado también que para quienes quieran sacar provecho de su aparente fragilidad, física o financiera, están cometiendo un grave error. Es la otra cara de la moneda, el opuesto al cuarentón y relativamente más conservador Mikael. El contraste ideal.
De ahí las ganas de que empezaran a interactuar y sucede poco después de que finalmente Mikael lograra avances importantes y resultase evidente que el caso de Harriet ya no se trataba solo de su desaparición sino el de otras muchas mujeres a lo largo de 4 décadas. Ya no era un caso para un solo investigador; ahora era necesario dos personas quienes de alguna forma u otra, cada uno por su lado y por diferentes propósitos, tenían el oficio de buscar la verdad. Mikael iba a necesitar ayuda y nadie mejor que Lisbeth.
Desde entonces leer de regreso sería parte de mi rutina los días siguientes y las últimas páginas coincidirían con una de esas caminatas. Estaba a unos pasos de mi casa cuando todavía me faltaban unas 5 páginas y no lo dudé: le di unas vueltas a la manzana y solo saqué las llaves para abrir mi puerta una vez leí la última palabra. Pocas veces me había sentido tan satisfecho al llegar a mi hogar.

Ahora quiero continuar con el resto de la trilogía Millennium inicial escrita por Stieg Larsson, y de ahí tal vez con los libros siguientes escritos por David Lagercrantz, escritor autorizado tras el fallecimiento de Larsson. Me da curiosidad además las películas suecas (adaptaciones de la trilogía) de las que he escuchado buenos comentarios, y también, por qué no, aunque menos recomendada que las anteriores por los críticos, la película, producción estadounidense otra vez, estrenada el 2018 y basada en el quinto libro; no sé por qué se saltaron los libros intermedios ni por qué David Fincher ya no es el director... Tanto que leer, tanto que ver, mientras no muera atropellado por recorrer las calles absorto en un libro todo es posible.

***